domingo, 10 de abril de 2016

Pixar: Sé vos mismo

Este post sale con años, y por ende muchos filmes, de atraso.
Tal vez sea lo más honesto aclarar que desde que vi la primera película, que no fue Toy Story en mi caso, me enamoré de Pixar.
La creatividad en cuanto a los guiones, los personajes, los planteos. La inteligencia de sus diálogos y de los mundos construidos hablaban de gente que pensaba las "cosas para chicos" de una manera muy original y disruptiva para lo que la industria les venía ofreciendo a los más pequeños. Y a sus padres.



Por eso en un principio yo hablaba de los "mundos posibles". Por esto me refería a que los filmes de Pixar si bien hablaban de fantasías, eran fantasías que tal vez, sólo tal vez, podrían suceder en la realidad. En una realidad paralela a la nuestra, claro, pero no tan lejana.
¿Sabemos acaso qué sucede con nuestros juguetes mientras no los usamos?
¿Podemos asegurar que no hay un universo monstruoso detrás de la puerta del placard?
¿Cómo saber acaso si los insectos no dividen también sus hábitats en urbanos y rurales?

El tiempo transcurrió, Disney ni lerdo ni perezoso se fusionó con Pixar, dejó a dos de sus cerebros, John Lasseter y Ed Catmul, a cargo de la producción de todas las películas y las temáticas se ampliaron.
Sin embargo hay un mensaje en particular que las atraviesa a todas: el valor de la propia identidad. 
Como si desde esa usina creativa que son esos estudios se buscara machacar en las mentes de los más pequeños y, por qué no, de rebote en la de sus adultos responsables, que no hay nadie como uno mismo. Que a pesar de las adversidades, de lo que digan los demás o de lo que parece un destino incuestionable, hay que salir y defender lo que uno es. Y valorarlo. A toda costa.

Vamos de a una (no incluye secuelas):

Toy Story (1995)

El debut en largometrajes de Pixar propone la novedad: los juguetes tienen vida propia. Y sentimientos, fortalezas, debilidades, como las personas, en fin.
El problema es que no todos se asumen como lo que son. 
Y ahí está Buzz, el recién llegado, la competencia en cuanto a la atención de Andy, el dueño de ese grupo de seres de plástico y madera. Buzz de verdad cree que es un super héroe espacial y que puede volar "hasta el infinito y más allá". Sin embargo, la realidad es que es un aparato programado apenas con luces y un par de alerones desplegables destinado a entretener niños y no a salvar el Universo.

Celos y peleas mediante, Woody y Buzz se volverán mejores amigos y, por sobre todas las cosas, asumirán que no hay nada mejor que ser lo que son: juguetes. 
Porque son lo más preciado para su adorado Andy, incluso cuando crezca, y porque no hay ninguna otra cosa que ellos quisieran ser en el mundo.
Aunque visto de afuera parezca mucho más interesante ser un héroe intergaláctico.




Bichos (1998)

Pobre Flick. Él no es más que una hormiga obrera, sin embargo no se resigna al rol que la naturaleza parece tener planteado como su destino. Él es inventor. Quiere optimizar la productividad de la cadena de recolección que realizan sus congéneres. Sin embargo ese atrevimiento es mal visto por sus pares.
Y mucho peor se ve cuando uno de sus inventos provoca la ira de las langostas que llegan a buscar su "tributo" (el alimento que las hormigas recolectan para ellas) y no lo encuentran.

Flick se hace cargo de su error y se decide a ir a la ciudad a buscar un ejército que combata a los opresores. Porque, metidas de pata mediante, él sigue insistiendo en que no hay que seguirles el juego a esas langostas.
Y lo logra. Aunque lo que encuentre no sea realmente un ejército.

Entonces está la cuestión identitaria de Flick, que es el tema que nos ocupa en un principio y que está muy bien planteado, ya que al fin y al cabo, él no es perfecto, es bastante torpe en realidad, pero sus ideas son buenas y las defiende a toda costa.

Sin embargo hay otro tema en la película, político diría, expuesto abiertamente. Es el de la lucha de clases. 
Las langostas no son más de treinta. Las hormigas son miles. Y el temor del líder de las langostas es que esas "insignificantes hormiguitas" se den cuenta de que ellas los superan en número. De que si reaccionan, se termina el estilo de vida parasitario de las langostas.
Oh, problema, Flick se da cuenta. Flick reacciona. 
Fin de la explotación.




Monsters Inc (2001)

Hay un universo detrás de la puerta del placard. En él viven los monstruos que aterran a los niños durante las noches, porque la energía vital de su mundo depende de los gritos de horror de los pequeños humanos.
Suena cruel, sí, horrible. Pero en realidad esos monstruos tienen más miedo de los chicos que los chicos de ellos.
¿Cómo es eso?
Para poder explotar a los niños, los monstruos crecieron convencidos de que los humanos les trasmiten enfermedades y son cosas espantosas, dañinas para cualquiera de ellos.
La realidad es que eso no es así, y quienes tienen poder en ese mundo lo saben. Pero es más funcional que los que asustan a los chicos les teman a su vez. No sea cosa que se encariñen y no logren la productividad requerida.

El statu quo se quiebra cuando se infiltra una niña, Boo, en ese territorio de los monstruos, y de a poco Mike y Sully descubren, no sólo que la chiquita es inofensiva, sino la trama macabra planada por el dueño de la empresa de energía.

Pero también descubren que hay algo más poderoso que el miedo: la risa.
Las risas de los chicos tienen mucha más energía que su llanto.
Y ya lo sabemos quienes estamos en contacto con niños: nos angustia que lloren, pero nos colman de felicidad sus estallidos de risa.

El otro tema, también de lectura algo política si se quiere, es esta creación del enemigo externo para justificar acciones no muy agradables. 
Convengamos que el gran país del Norte es experto en esta suerte de creaciones, que justificaron desde la Guerra Fría hasta la actual lucha contra el terrorismo.
¿Y si conociéramos a nuestro "enemigo" en realidad? ¿Le tendríamos tanto miedo?

Al margen, uno de los finales más emotivos de la historia del cine. No se los cuento por si no la vieron. Sólo les adelanto: "gatito".




Buscando a Nemo (2003)

La mayoría de las veces, los miedos de los padres se reflejan en restricciones para con los hijos. No hagas esto porque te podés lastimar, no hagas lo otro porque corrés riesgo de vida y no tenés noción de eso todavía, y así se les va pautando el movimiento permitido.

Sin embargo tanto cuidado puede terminar siendo percibido por el hijo como falta de fe en su capacidad, en su autonomía.
Y así es como ocurren los accidentes: el chico quiere demostrar que ya puede hacer cosas solo, la cuestión se descontrola y un pescador humano se lo lleva metido en una bolsita a su acuario de especies exóticas.
Bueno, al menos en esta película que habla de peces. O mejor dicho, cuenta una historia de peces pero habla de todos nosotros.

Así Marleen sale en la búsqueda incansable a través de los mares de su hijo Nemo, conoce en el camino a la genial Dory, y termina por valorar las capacidades de su hijo.
Y su hijo acaba por reconocer la capacidad de su padre, a quien considera cauto en exceso, que lo es, pero que también es capaz de emprender un viaje de dimensiones para un pez tan pequeño si la situación lo requiere.

Otro filme en el que se plantea el tema de la resistencia a la opresión, esta vez bajo el lema "si tiramos todos para el mismo lado, tenemos más fuerza". 
Nemo conoce en el acuario en el que lo pone el humano a un veterano escapista, un pez de mar que no se resigna a la prisión de las paredes de vidrio. Es él quien le enseña que si tiran todos los peces juntos de una red en un mismo sentido, vencen la resistencia de la polea.
Si a Ud le gusta comer pescado, agradezca que los peces no se dieron cuenta de esto: sería el final de la industria pesquera. Y de otras explotaciones también.






Los increíbles (2004)

Violetta tiene catorce años y se peina tapándose la cara para pasar desapercibida, como desea toda adolescente. La diferencia con las otras chicas es que, si quiere, ella puede volverse invisible. Del todo.
Dash quiere correr carreras, pero sus padres no lo dejan, porque tiene ultravelocidad. Por eso se desquita haciendo travesuras que nadie, ni siquiera las cámaras de seguridad, detectan.
El matrimonio Parr es uno más de tantos. Aburguesados, engordados, viviendo la vida que nunca quisieron para sí mismos, pero poniéndole ganas, porque otra no les queda y soñando con recuperar algún día la gloria perdida.
Ellos supieron ser super-héroes, en un mundo que valoraba los super poderes. Pero la cuestión se descontroló, un par de accidentes cambió la forma de ver las cosas y así los "super" tuvieron que ocultarse y pasar a formar parte de la masa.

Sin embargo "el mal" no dejó de existir y llegó el momento de volver a la acción. Pero fundamentalmente, el momento de reconciliarse con quienes ellos son en realidad. 
Así, la familia Parr en pleno, incluido el bebé, deberá sacar de la oscuridad su verdadero ser, su esencia, que es paradójicamente, su identidad secreta. 
Y qué bien que les hace...






Cars (2006)

Rayo McQueen es un auto debutante en la copa Pistón. Su único objetivo en la vida es ganar esa copa y, por añadidura, tener al mejor sponsor del mundo. Se convence a sí mismo de que es un "bólido veloz", de que es insuperable. Pero ni luces para el camino tiene.

Una noche, por accidente, queda varado en un pueblito de la abandonada y legendaria ruta 66. Allí es condenado por exceso de velocidad y obligado a reparar la calle principal arrastrando a una pesada máquina de brea en pago por sus múltiples infracciones.

En su estadía, él descubrirá que hay mucho más allá de una copa "vacía", como le dice el Doc Hudson al premio de la carrera, y que a veces la verdadera identidad no es la que imponen quienes plantean qué debe ser el éxito y cómo alcanzarlo, sino algo que está en uno mismo.

Como dice en uno de los temas de su excelente banda sonora: "a veces cuando perdés el camino es cuando te encontrás a vos mismo".

Nostalgia, descubrimientos, el valor de la amistad, un surtido de personajes adorables, en lo que desde afuera parece ser una simple película de autitos.




Ratatouille (2007)

Remy es una rata gourmet. Como Flick con sus pares hormigas, él no acepta plegarse al "deber ser" de su especie. Se niega a comer de la basura y encima aprendió en el libro del chef Gusteau que "cualquiera puede cocinar".

Por accidente va a parar al centro de París y allí se topa con Linguini, el hijo de sangre de su admirado chef, que debe comenzar a trabajar en la cocina del restaurante de su padre, aunque tiene menos talento culinario que los parientes de la rata.
Entablan una particular relación y Remy aprende a guiar, desde debajo del sombrero, las torpes manos del torpe Linguini para crear manjares.
Por supuesto todo en secreto, no sólo porque develaría la inutilidad del humano, sino porque no hay nada más desagradable y menos comercial que una rata en la cocina.

Lo interesante es, de nuevo, el valor de lo propio. Cuando Gusteau dice que "cualquiera puede cocinar" no está diciendo que todos cocinamos bien, sino que no importa cuál sea tu origen, si deseás algo, podés lograrlo.
Y ahí está Remy para demostrarlo.





Wall-e (2008)

Poesía pura.
Más allá de los temas que trate, este filme es de lo más poético, junto a algunos cortos, que ha realizado Pixar.

Wall-e es ese robotito que encuentra belleza en la basura. 
Que no deja de limpiar los desechos humanos en un planeta Tierra abandonado por ser incompatible con la vida.
Eva en cambio es la nueva tecnología. Más corpulenta, más moderna, más eficiente que Wall-e, aprende de él lo que vale de verdad. Él le muestra aquello que ella es incapaz de apreciar, irrumpe en su programación para liberarla en cierto sentido y permitirle entregarse a la belleza.
Dos máquinas que se enamoran, que se comunican apenas emitiendo sus nombres en diferentes entonaciones que dicen mucho más que largos diálogos. De fondo, el universo, las galaxias, las nebulosas.

Y como tema adicional, la deshumanización de los humanos, valga la redundancia. 

Como toda película futurista, Wall-e es casi una advertencia acerca de lo que estamos dejando de ser y hacia dónde nos dirigimos como especie: el exceso de  basura, la hiperobesidad, el aislamiento, la destrucción de nuestro mundo.
A prestar atención. Hacia allá vamos. Y nosotros no tenemos un Wall-e que nos rescate.







Up (2009)

A los 78 años, Carl es un viejo parco, amargo y testarudo a quien la vida no le deparó la mejor de las historias.
Enamorado de su esposa desde la infancia, soñó con ella muchas aventuras que la realidad no les permitió concretar.
Por eso cuando las empresas de bienes raíces lo persiguen para comprarle su propiedad, a la que se aferra como al resto de sus bienes, él decide salir en busca de su sueño. Pero no resigna su casa: se la lleva puesta, volando, atada a un llamativo ramillete de globos de helio.

La travesía se complica, aparecen otros acompañantes, pero el punto es el mismo: aún de viejo Carl va a defender su casa y sus sueños, incluso cuando ya parecían tan lejanos, tan olvidados.

Cabe destacar la secuencia muda, con apenas música de fondo, en la que vemos transcurrir toda la historia del matrimonio de Carl y su esposa. Sin mediar palabra se entiende todo, y se lagrimea hasta el apellido. Otra muestra de la sabiduría en manejo de conceptos visuales, síntesis y poesía de la gente de Pixar.




Valiente (2012)

Y sí, una vez llegados al universo Disney, era difícil no abordar uno de los principales rubros de la compañía: las princesas.
Pero claro, había que plantear la impronta. Ya no más chicas débiles y crédulas a la espera de un príncipe que las rescate de los padecimientos a los que las somete una malvada madrastra.

No. Mejor mostrar una relación madre-hija de verdad, como las de la mayoría de las espectadoras. Una relación sin hechizos, bueno, al menos en el origen.
Una princesa con un cabello que refleja la rebeldía. Una chica que no está esperando la boda, más bien le huye. A ella le gusta cabalgar por el bosque, comer con la boca abierta y practicar actividades no tan esclavizadoramente femeninas como el bordado. 
Por la época en la que transcurre la historia, a Mérida, tal el nombre de nuestra heroína, le gusta practicar la arquería. Quizás si fuera hoy jugaría football. 

La historia es buena, la música nos sumerge en la Escocia medieval, y la chica rescata el valor de respetar sus deseos y reconstruye a partir de ahí la relación con su madre.
¿Que si se casa? No lo sabemos. Tal vez, tal vez no. No es lo que importa.




Intensamente (2015)

¿Y qué mejor muestra de que hay que destacar quien uno es que valorar a cada una de las emociones que nos componen?

Una película con una teoría particular pero no necesariamente muy errada de cómo funciona nuestra mente, que hace foco en la atribulada cabecita de una niña, Riley, de doce años que debe mudarse de ciudad.

El valor de cada una de nuestras emociones, incluso las que parecen en principio negativas y a las que se repliega, como a Tristeza, a un rincón para que no arruinen nada, cuando en realidad son la contracara fundamental de esas otras emociones, las positivas, las que parecen llevar todo adelante solas, como Alegría.

Somos un conjunto de emociones y eso hace falta para definirnos, para permitirnos expresarnos, para liberarnos, en fin, y dejarnos ser.






El leit motiv continúa.

La impronta Pixar y el valor de "ser uno mismo" se reflejan también en varias de las nuevas películas Disney: Ralph el demoledor, Frozen, Zootopia, y hasta en algunas de las no animadas: Maléfica y la renovada Cenicienta.

Pero este post ya está bastante largo, dejamos esas para la próxima...

miércoles, 6 de abril de 2016

Sobre la experiencia de mirar una película y otros mitos relacionados: Comer en la sala

No hay medias tintas a la hora de afirmar esto: los que amamos ver cine en sala odiamos a quienes comen frente a la gran pantalla.
Sí, odiamos. No se puede ser más cauto, sutil ni políticamente correcto.
Como ya lo señalé en un post relacionado con éste, la experiencia de ver una película en la sala oscura, en silencio, es una exploración tanto del filme como de uno mismo.

Pero claro: en silencio.
No hay manera posible de concentrarse en las imágenes, palabras, actuaciones, escenarios que nos propone un director si tenemos sentado a nuestro lado a alguien que mastica, engulle y sorbe la pajita del vaso de gaseosa hasta el fondo como si la última gota de oxígeno del planeta se encontrara allí abajo.



La secuencia transcurre más o menos así: la familia llega y se despliega en los asientos que tiene reservados (y a veces alguno de más si no está ocupado para ubicar los bolsos). Se acomodan y se reparten el botín adquirido en la tienda que la empresa de multicines instaló a la entrada, donde también se encargó de avisar mediante abundancia de carteles que "no se permite el ingreso a la sala con alimentos o bebidas comprados fuera del local".
Vaso doble de gaseosa para uno, balde de cinco litros de capacidad lleno hasta el tope de pochoclo para otro, panchos, hamburguesas y, la estrella de la sonoridad, los nachos con queso.



Al margen de que a la gente le guste comer en la sala, hay que reconocer que quien pensó los menúes tenía una obsesión por la comida ruidosa. Todo cruje, se mastique rápido o lento. Todo hace ruido. Todo molesta.

Y esto es sólo el comienzo. Durante la película se intercambiarán los paquetes, porque ahora al que tenía los pochoclos le dio sed y le cambia el tacho por el vaso a su familiar, y así se la pasan de enroque gastronómico en enroque gastronómico todo el tiempo que dure la película. Y piden lo que les falta en voz alta, claro.

Hasta aquí el padecimiento en las salas comunes, las habituales. Sin embargo la industria ha ido más allá e implementó las salas "premium", salas que no sólo cuentan con butacas mucho más confortables que las de las salas ordinarias, sino que también ofrecen servicio de restaurant.
Sí, de restaurant.




Allí el espectador no sólo va a ver (lo que pueda de) un filme, sino que va a hacer la cena completa, con platos de losa y cubiertos metálicos incluidos.
Mi experiencia personal en este tipo de lugares es positiva ya que lo máximo que nos ofrecían era un café, pero me han contado quienes fueron a funciones con público que el lugar tiene el ruido característico de un restaurant común. Choque de platos y cubiertos, rumores de comentarios y, la cerecita de la incomodidad, los mozos recorriendo la sala una vez iniciada la película para entregar los platos de último momento. ¡Y a rogar que a nadie le aparezca una mosca en la sopa!



Incluso los nutricionistas están en contra de estos hábitos ya que fomentan el consumo de grandes cantidades de calorías extra. Mientras que los expertos en salud aconsejan que, para comer mejor y cometer menos excesos, es importante ver lo que se come, comer sin hacer otra actividad en paralelo y así focalizar, registrar lo que se come, las empresas proponen todo lo contrario: la ingesta autómata y a oscuras de la mayor cantidad de comida posible...

Todo esto tiene sus explicaciones comerciales, no es que haya maldad (aunque parezca) de parte de quienes lo ofrecen, pero sí un voraz espíritu de lucro. El porcentaje de ganancia sobre el valor de la entrada de cine es exiguo para las empresas dueñas de las salas exhibidoras, por eso deben combatir el riesgo de ruina económica con la generación de regalías por otros rubros.

Así es como venden paquetes para festejar cumpleaños infantiles o esto: hacen de la sala de cine un patio de comidas.
Los precios de los productos son ridículamente altos con respecto al precio del mismo producto en la calle, pero la gente los paga, como si fuera parte obligatoria del ritual.



Quizás la gente iría más seguido al cine si estos valores exorbitantes del consumo gastronómico no tuvieran que sumarse al costo de la entrada.
No es lo que busca la industria, que entonces inventa el concepto, en forma de necesidad, de ver cine como si se estuviera en casa, trastocando para siempre el sentido real de ver una película, el sentido de la experiencia cinematográfica.



lunes, 14 de marzo de 2016

Sobre la experiencia de mirar una película y otros mitos relacionados: Ir solo al cine

Por razones que supongo económicas, de algún modo nos vendieron que al cine se debe ir acompañado. La salida al cine es un evento social, que se vincula además a una cena, o al menos un café, según el presupuesto, posterior a la película.

Algunos no entienden esta parte del "posterior" y encaran la charla de café en plena sala, como si estuvieran en el living de sus casas. Pero ese es otro tema.

Contrario a este postulado, la realidad es que en la mayoría de las oportunidades, la experiencia de mirar una película es tan personal, tan íntima como la de leer un libro.
Y es que a través del cine se cuentan historias, se muestran imágenes, que nos llegan y se relacionan con nosotros desde la historia de cada uno. Todos podemos coincidir en el tema que trata una determinada película, pero seguramente va a ser muy difícil que nos pongamos de acuerdo en cómo esa película afecta las emociones de cada uno. Porque cada uno tiene una personalidad, un pasado y un presente distinto a los demás. Y porque las buenas películas nos interpelan en esa intimidad, nos mueven, nos afectan. Pueden hacernos emocionar, llorar, de risa, de bronca, de dolor, de impotencia. 



Pueden generar cuestionamientos. Pueden sernos indiferentes. Pero todo depende de cada espectador. Todo es tan privado como esa línea invisible entre los ojos y la pantalla.
Y sin embargo, hay todo un esquema cultural que hace que quien va solo al cine se sienta poco menos que culpable. 
Lo reflejó Celeste Carballo en una canción: "y si alguna tarde/me voy sola al cine/es que no tengo/ a nadie que me mime". En otras palabras, para la mayoría alguien que va solo al cine es, cuando menos, patético.


Nada más falso. Nada más alejado de la experiencia de espectador real. Porque aunque vayamos acompañados a la sala, el filme nos habla única, directa e individualmente a cada unos de los que lo estamos mirando.

El colmo industrial de este postulado son los "love-seats", invento que la llegada de los complejos multisala trajo también a nuestro país. La cosa es que el brazo que separa las butacas se puede levantar, convirtiendo lo que originalmente eran dos asientos separados en una suerte de silloncito para abrazarse mientras se mira la película. Para parejas, claro, ni siquiera tu hijo chiquito pretende semejante cosa cuando mira a los Minions...



Más allá de que se vaya solo o acompañado, lo bueno es luego encontrar alguien con quien charlar sobre lo que se vio. Debatir, si se quiere, la película. Sobre todo si es de las buenas y te sigue dando vueltas y generando preguntas por mucho tiempo más del que duró la proyección en sí.



domingo, 7 de octubre de 2012

Una peli, una banda de sonido (2) - Buscando un amigo para el fin del mundo (2012)

Buscando un amigo para el fin del mundo (Seeking a friend for the end of the world)(2012)


Hace unas semanas se estrenó esta nueva comedia protagonizada por una pareja que en una primera impresión podría parecer incompatible. Tal vez por la diferencia de edades, o porque se han dedicado a géneros diferentes, no es lo más esperable encontrar a la cabeza del elenco de una comedia romántica a Steve Carell y Keira Knightley. Y sin embargo, ambos logran una química especial, claro, los dos manejan muy bien su oficio.

La película, escrita y dirigida por Lorene Scafaria, comienza con el anuncio del inminente fin del mundo. La misión que debía evitar que un meteorito gigante se estrelle contra la Tierra falló (se nota que no llevaban a Bruce Willis), y apenas faltan días para la colisión, ahora inevitable, que acabará con todo.

Abandonado por su esposa, Dodge (Carell), sigue con su rutinaria vida de vendedor de seguros. Una pareja amiga trata de conseguirle a alguien (quien sea, poco importa) con quien pasar los últimos días. Sin embargo Dodge no se conforma tan fácil, no entiende las posturas extremas con las que algunos deciden despedirse del mundo, y en cambio sigue recluido, en un estado un tanto abúlico, como si nada fuese a cambiar demasiado.

Casi de casualidad conoce a su vecina Penny (Knightley), una joven inglesa que llegó a Estados Unidos, según ella misma reconoce, siguiendo a alguien a quien apenas conocía. Ella vive con su novio, aunque la relación no es muy sólida que digamos. Al conocer a Dodge, recuerda que tiene unas cartas que el cartero dejó equivocadamente en su buzón. Entre el papelerío marketinero, Dodge encuentra una carta especial, de quien él considera que fue el amor de su vida, una novia de hace mucho tiempo.

Una noche, los saqueos alteran la paz del barrio, y Dodge corre a avisarle a Penny que deben huir. Se van juntos, con el perro que él encontró abandonado, y aquí comienza una parte de la película que se acerca a la road movie.

Ella quiere volver de alguna manera a Inglaterra, él, volver a ver a la mujer de su vida. Así recorrerán kilómetros, y, claro, compartirán esos últimos días. Encuentros y obstáculos de por medio, llegarán a destino a tiempo, aunque una vez allí tal vez no sea lo que tanto buscaron...

La película se encuadra dentro del género de comedia romántica, pero no de las tradicionales. Es un film simpático y coherente, tanto en su desarrollo como en la resolución. Y deja abierta esa pregunta, para nada menor, en el espectador: ¿con quién desearías pasar los últimos días de tu vida?

La banda de sonido está tan bien elegida que es casi un personaje más, y logra enmarcar las escenas de un modo excelente. Cabe destacarse la escena cuyo fondo es "The air that I breathe". Heterogénea, atemporal, combina clásicos de distintas épocas de manera equilibrada, en fin, casi perfecta.

Aquí les dejo varias de las canciones del film.


1) This guy's in love with you - Herb Alpert



2) Wouldn't it be nice - Beach Boys




3) The air that I breathe - The Hollies


4) The sun ain't gonna shine (Anymore) The Walker Brothers



5) Devil inside - INXS


6) Set adrift on memory bliss  P.M.Dawn


viernes, 31 de agosto de 2012

Una peli, una banda de sonido (1) - Drive (2011)


La idea de este post, y otros que pertenecerán a la misma sección, es comentar una película que además se destaque por su banda de sonido. El comentario incluye spoilers, la idea no es hacer una crítica, sino una vuelta de tuerca sobre lo visto. Por eso, si no la vieron, les recomiendo que esperen para leerlo.
Drive: Nunca subestimes a un escorpión
Drive es una de las mejores películas que vi este año. Y su banda de sonido, no sólo es acorde a su atmósfera, sino que también suena muy bien. Propuesta desde su distribución como una película de acción, en realidad es mucho más que eso.

El "conductor" (Ryan Gosling) trabaja con su auto como vehículo de escape para delincuentes. Ofrece cinco minutos de espera fuera del lugar del delito a cometerse, pasado ese tiempo se va, pase lo que pase. Nada lo inmuta. También trabaja en un taller de autos, y como doble de riesgo en cine. Su vida transcurre en una calma extraña, a pesar de las huídas de la policía, él puede manejar todo eso de forma tan calculadora que sorprende. Sin embargo todo se altera cuando conoce a su vecina Irene (Carey Mulligan), y su hijo Benicio.
Esta película dirigida por Nicolas Winding Refn juega con las antítesis: es violenta (mucho), pero romántica a la vez. Tiene escenas casi estáticas, en las que se juega con los silencios y las miradas, pero también escenas de persecuciones a alta velocidad. Hay un delincuente que intenta ser héroe, y un vergel en plena jungla de cemento.
La escena cumbre que sintetiza estas contraposiciones es la del beso en el ascensor. Es el momento de mayor acercamiento entre los protagonistas, pero también es cuando más se alejan, cuando el escorpión que habita en este conductor ya no controla su naturaleza, y ataca. Con un buen fin: sólo quiere proteger a su chica. Pero es la revelación de ese ser monstruoso que lo habita y que él nunca quiso que ella viera. La mirada del final de la escena lo dice todo.
La primera vez que apareció en un primer plano la camperita con el bordado del escorpión en la espalda, pensé que se trataba de un guiño interno: Ryan Gosling es escorpiano. Pero luego, al ir avanzando el film, queda claro que no se refiere al zodíaco. Por el contrario, tiene mucho que ver con el personaje que interpreta: este conductor sin nombre, de escasas palabras, calculador, frío, que por momentos parece casi un autómata, no puede evitar cambiar cuando se cruzan en su camino Irene y su hijo. Ellos logran sacar a la luz el lado sensible de su personalidad, un aspecto que parece estar bastante oculto, como si por alguna razón que nunca se sabrá, lo hubiera anulado hace tiempo. Son en cierto sentido la redención del “muchacho”, como lo llama  Shannon, su jefe del taller (Bryan Cranston, de BreakingBad).
Tanto se identifica el personaje con el animal, que él mismo hace referencia a la fábula del sapo y el escorpión cuando le explica al mafioso (Albert Brooks) qué es lo que sucedió con su socio, Nino. Y es que las circunstancias lo llevan a usar una vez más el aguijón.
Hay algo que no se muestra, ni se dice, y sin embargo, no puede ser de otra manera: no es la primera vez que lo hace. No es la primera vez que se defiende así, no es la primera vez que necesita proteger a alguien, no es la primera vez que mata, no es la primera vez que huye.
La estética, fundamentalmente en la música, y en ciertos aspectos como el diseño de los títulos (la tipografía, el color magenta), remiten inmediatamente a los años '80, sin ser de esa época. Incluso la escena de los títulos es muy similar a la de la película Risky Business (Negocios riesgosos, 1983).

La actuación de Ryan Gosling es excelente, maneja a la perfección esas emociones a las que les cuesta expresarse, el paso de la ternura a la violencia, todo en medida exacta, sin exageraciones. Carey Mulligan también es ideal para su rol, con esas expresiones inocentes y virginales.

En fin, un film que disfruté mucho. Aquí abajo les dejo los tres temas más destacados de su banda de sonido.


Banda de sonido:

1) Nightcall, de Kavinsky



 2) A real Hero, de College y Electric Youth



3) Under your Spell, de Desire (va en este video de la escena del ascensor)

 

viernes, 3 de agosto de 2012

El verdadero "indie" argentino: "La máquina que escupe monstruos y la chica de mis sueños"

Muchas veces asistimos a sala a ver películas argentinas, y nos preguntamos cómo es que consiguieron el soporte económico que implican esas producciones, considerando lo malo del material que terminamos de ver. Por suerte no pasa siempre, pero es más habitual de lo que nos gustaría.

Pero un buen día, redes sociales mediante, nos encontramos con una película distinta, de factura ciento por ciento independiente. Un film divertido, con ideas novedosas, y un cuidado en lo técnico que se aprecia, y agradece, claro.
Eso es La máquina que escupe monstruos y la chica de mis sueños (título para un "Dígalo con mímica" de películas, dicho sea de paso). 


Realizada en formato digital, especialmente ideada para verse por Internet, y en calidad HD, La máquina... sobrepasa en calidad de filmación a muchas otras películas del circuito comercial nacional.
Estructurado en forma de capítulos, por un lado, el film nos cuenta la historia de dos amigos, Ricci (Miguel Israilevich), en plena crisis con su novia Feli (Paula Carruega) mientras se enamora de una fotógrafa a la que nada parece vincularlo excepto el deseo, y Lee (Nicolás Maiques), el desafortunado hermano que salió perdiendo en el reparto genético.
Por otro lado, vemos la historia de Diego Labat (Lucas Lagré), un muchacho que es la apatía personificada, y reclama que alguien se haga cargo de que en su vida no pasa nada, absolutamente nada. 

Un buen día, Lee descubre una extraña máquina en la habitación de ese exitoso-guapo-winner-total que es su hermano. Una máquina que puede capturar los sueños a través de un dispositivo similar a un casco, y reproducirlos mediante una computadora, como para que sean grabados en un DVD. A partir de ese descubrimiento, se le ocurre cómo mejorar su situación económica.

 


Tiene algunos personajes y situaciones que parecen salidos de Quieres ser John Malcovich, muchas citas cinéfilas (incluso con correcciones), juegos con ciertos nombres y plabras, y un ingenio poco habitual. El juego con "sandinista" es desopilante, como la referencia a un cuadro de Magritte (y el libro de Foucault homónimo) en uno de los sueños (y sus consecuencias).

Las actuaciones son muy frescas y espontáneas, los diálogos no tienen desperdicio, y ese juego constante con el disparate y el ridículo está tan bien manejado que la película divierte en serio. Una persecución digna de un capítulo de Scooby Doo, y un desenlace a la Tarantino complementan los elementos necesarios para que todo funcione.

Escrita, dirigida y producida por Diego Labat, y Agustín Ross Beraldi, la película está disponible para ver online, en la página www.lamaquinaqueescupe.com.ar , y si quieren y pueden, está habilitado para hacer donaciones que solventen otros proyectos de estos chicos. Lo que se diría "cine a la gorra" (versión 2.0).



(Nota: Todas las imágenes corresponden a material original publicado en la página de la película)

Canciones de películas

Muchas veces, una de las canciones de la banda de sonido de una película toma tanto vuelo como la película misma. Lo más divertido es que muchas veces recién aparece en los títulos finales. Algunas son muy buenas (muchas ganadoras del Oscar en su categoría), acá algunos ejemplos (casi todos algo viejitos, como para garantizar la vigencia).

1) "Surrender to me", de Traición al amanecer (Tequila Sunrise) (1988)

Mel Gibson, Michelle Pfeiffer y Kurt Rusell en este triángulo. Un bellísimo tema cantando por Ann Wilson (Heart), y Robin Zander.



2) "The time of my life", de Dirty Dancing (1987)

Patrick Swayze y Jennifer Grey bailan la canción de esta célebre escena, que hasta apareció en la telecomedia Graduados, en uno de sus flashbacks ochentosos. Ganadora del Oscar.


3) "I don´t want to miss a thing", de Armageddon (1998)

Antes de que su padre (Bruce Willis) y su novio (Ben Affleck) se suban a un cohete para evitar que un meteorito se estrelle contra la Tierra, Liv Tyler tiene tiempo de disfrutar esta canción.



4) "The eye of the tiger", de Rocky III (1982)

Si la escuchás, y no se te viene a la mente alguien entrenando, tenés poderes que desconozco...


5) "She", de Un lugar llamado Notting Hill (Notting Hill, 1999)

Esta versión cantada por Elvis Costello (la original es de Charles Aznavour), queda hermosa en la película protagonizada por Hugh Grant y Julia Roberts.




6) "Free falling", de Jerry Maguire (1996)

Este tema de Tom Petty enmarca la historia protagonizada por Tom Cruise y Renée Zellweger.



7) "Rapsodia Bohemia", de El mundo según Wayne (Wayne's World) (1992)

Esta famosa escena estuvo hasta en la presentación de los juegos Olímpicos de este año (Londres, 2012). La prueba que hacía falta para confirmar que todos "cabeceamos" fuerte cuando la cantamos...


8) "Staying Alive", de Saturday Night Fever (Fiebre de sábado por la noche) (1977)

Bee Gees, un pasito que se consagra, y John Travolta subiendo al podio de la fama setentoso. Claro, después bajó, y lo volvió a rescatar Tarantino.




9) "What a feeling", de Flashdance (1983)

La chica de origen humilde que baila desde el alma (Jennifer Beals), sin entrenamiento profesional, pero a pesar de todo logra triunfar. Ganadora del Oscar.



10) "You're the one that I want", de Grease (1978)

Otra vez Travolta, ahora con Olivia Newton-John (que tenía 30 años cuando interpretó a esta colegiala) en una canción más que célebre. Mucho más que la película...



11) "Up where we belong", de Reto al destino (An Officer & a gentleman) (1982)

Al final, la chica (Debra Winger) lo quería de verdad, así que él (Richard Gere) decide liberarla de su empleo y se la lleva en andas de la fábrica. Escena icónica, que hasta aparece en un capítulo de Los Simpson, con Marge cargando a Homero... Ganadora del Oscar.



12) "Let the river run", de Secretaria Ejecutiva (Working Girl) (1988)

A lo largo de la película, por suerte, Melanie pierde el jopo... Canción muy poderosa, escrita e interpretada por Carly Simon. Ganadora del Oscar.


13) "Neverending Story", de La historia sin fin (Neverending story)(1984)

Una de las más hermosas películas fantásticas, con un niño que debe salvar un mundo fantástico. El poder de la imaginación y los libros, y una canción legendaria.



14) "Footloose", de Footloose, 1984

El baile final en ese pueblo donde la música estaba prohibida. Una banda de sonido que no tiene desperdicio. El video no es parte de la película, sino el oficial de la canción, que sí, tiene partes de la película.



Los dejo con ésta, para que bailen un poco. Para la próxima uno con canciones un poco más nuevas (del 2000 a esta parte).